Las cosas a veces no son como son

por Ernesto Palner

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Había entregado el auto a las seis en punto, y me quedé un rato hablando con el dueño del taxi, me recordó que mañana había que hacerle cambio de aceite y que mi turno iba a empezar un rato más tarde.

Entré al bar a las seis y veinte, como casi todos los días, y como ya estamos en diciembre, hacía rato que estaba clareando. Desde esta esquina de Gaona y Boyacá cuando no hay mucho smog, se ven unos amaneceres que son para la foto.

El gordo, estaba como siempre apoyado en la barra, como si fuera un cliente,  con los ojos clavados en las noticias.

-¿Viste che que hijo de puta ese de la Pampa? –me dijo.

-No gordo, te dije mil veces que no escucho más la radio, entre los colectiveros, los repartidores y los que salen mamados de los boliches, la cabeza  no me da más, lo único que escucho es música de los ’80 que tengo en el mp3.

-¿Pero no escuchaste del pendejo éste? Dicen que violó una piba, y por supuesto terminó en cana. Al tiempo la piba lo perdona, se casa con el tipo para que quede en libertad, y el muy turro cuando sale de la cárcel, va y le clava 25 puñaladas, tiene que ser mal parido, che.

-Bueno gordo, dejame de hinchar las pelotas y servime un café.

El gordo es muy buen tipo, pero cuando empieza con el parte diario de los policiales, me pregunto para qué carajo le doy bola, si lo único que quiero después de manejar toda la noche, es relajarme un poco, tomarme un café, y sentarme al lado de esta ventana sin que nadie me joda.

Al rato cayó el pelado, que le seguíamos diciendo pelado, pero el tipo se había mandado un entretejido ó algo así, y tenía más pelo que yo. Él labura en la comisaría que está a media cuadra del bar, y todas las mañanas compartimos la mesa, pero hablando lo necesario.

-¿Cómo andás Alberto? –me dijo.

-Todo bien, pelado.

Me pareció que tenía cara de problemas, y por las dudas, como con los míos me basta, seguí mirando por la ventana haciéndome el gil.

Al minuto, y sin que mediara palabra:

-¿Che Alberto, te acordás de mi primo Javier? –me dice.

-Si, ¿el que estaba juntado con la pirada ésa, Patricia se llamaba?

-Si ése, hace como dos años que no tenía noticias de él. No sabés –me dice-, me llamó esta mañana mi tía, desesperada. Claro, como trabajo en la comisaría, se piensa que puedo levantar el teléfono y hablar con el presidente. Mi primo está en un despelote serio.

-¿Qué pasó?

-¿Te acordás que al final se separó de Patricia? –me dijo el pelado.

-Si, claro.

-Bueno, al tiempo conoció otra chica, que se llama Sandra, y empezó una relación más normal. Todos estábamos muy contentos por él, porque realmente es buen chico. Se quedó trabajando allá en La Pampa, pero a partir de entonces, y hasta hoy, no tuve más noticias de su vida.

-¿Y, que pasó? –le pregunté ya con ganas de que redondee.

-Parece que a los dos meses de separarse de la loca Patricia, él empezó a salir con Sandra. Un día de ésos, lo llama la loca, para decirle que quiere tomar un café con él, aunque sea para charlar un rato…, que podrían seguir siendo amigos…, saber de sus vidas…, Javier, mi primo, como es una buena persona, se encontró con Patricia para ver que le pasaba.

-¿Y, pelado? Mirá que me quiero ir a apoliyar.

-Pará que te sigo contando. Vos sabés como terminan esos encuentros con las exparejas… Por supuesto, terminaron en la casa de la loca desparramados en la cama.

-¡Ah! Qué buena persona tu primo, estaba saliendo con Sandra y va y se encama con la loca…

-No lo mires así, lo hizo porque le dio pena como estaba esa mujer, le decía que lo extrañaba, que no podía vivir sin él, todas esas cosas que dicen las chicas. Cayó, como lo que es, un inocente pibe de barrio –lo defiende el primo.

-¿Bueno, y? –lo apuro yo, que ya me estaba durmiendo.

-¡Ni te imaginás… Al otro día, va la policía al laburo de Javier y se lo llevan arrestado por abusar de la loca. Patricia hizo una denuncia por abuso sexual, y Javier terminó en cana! ¡La muy turra lo busca, lo acuesta, y le hace una denuncia por abuso!

-Ah, está chiflada y peligrosa –dije, ahora más despierto.

-La historia no termina ahí. Mi primo se comió un año y medio en la cárcel, acusado de violador. ¿Sabés qué significa eso, no?

-Y, si es como dicen, pobre pibe, no lo habrá pasado muy bien que digamos, me imagino como estará tu tía.

-Mi tía no es nada, dejame terminar. La loca de mierda ésta, tenía todo planeado. Sabía que si lo perdonaba ante la justicia, del inexistente abuso sexual, y además se casaba con mi primo, él quedaba libre, salía de la cárcel.

-¿Y?

-Mi primo con tal de salir del infierno que era esa cárcel, aceptó casarse y salió en libertad. Bueno, en libertad hasta ahí nomás. La loca, nunca le perdonó que la haya dejado por Sandra. Tenía a mi primo con la amenaza de mandarlo de vuelta en cana, lo maltrataba, lo humillaba, lo tenía como esclavo. ¿Te das cuenta de la locura de esta mina?  -me decía, sin entender él tampoco como puede haber gente así, y enredar a un pobre pibe en esas historias.

-Pobre pibe –le dije, ya sin saber que decir.

-Bueno, esperá, lo peor es lo que pasó ayer. Mi primo llegó a la casa, donde ya se tenía que encargar de la limpieza, las compras, y de todo lo que se le antojaba a la loca. Al entrar, ve que está Patricia haciendo el amor enredadísima en la cama con un tipo. Imaginate, el pibe se paralizó. Esta mujer, lo obligó a que se quedara mirando, y no solo éso, mientras tanto, lo humillaba recordándole como gozaban los otros presos haciéndole el amor a él todo el tiempo que estuvo encerrado. Le restregaba por la cara todos los abusos, toda la vergüenza, todo el dolor que sufrió por culpa de la locura de ella. Le mostraba que nunca más iba a tener una vida más allá de este infierno. Le señalaba con palabras, lo guiaba con palabras, hacia donde estaba el cuchillo que él terminó clavando veinticinco veces en el cuerpo de esa loca. La mató, mató a su victimaria, pero igual él sigue siendo culpable. ¿Te das cuenta?

Mientras salíamos del bar, en la tele reiteraban sin descanso y en todos los canales:

NOTICIA DE ÚLTIMO MOMENTO:

-Violó a una mujer, la mujer lo perdonó, se casó con ella, salió libre y le clavó 25 puñaladas.

Y el gordo repetía por enésima vez:

-Che, pero que hijo de puta.

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Si bien este espacio es para poder sacar algunas ideas, acomodar alguna neurona, y tratar de despegar un poquito de la realidad que generalmente me empuja contra el suelo… tu opinión ó comentario siempre será muy bien recibido.

Muchas gracias por el tiempo que empleaste llegando hasta acá, espero haberte dejado algún sentimiento, una idea, ó algo a cambio.

Salute!

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